2012 2012 Un árbol en repudio a sus raíces las quemó, las arrancó, las extirpó de sí. Pues, no tiene familia. Cuando otros árboles constriñen, cuando te niegan el agua, cuando te escancian la luz como si fueras pordiosero, el árbol nuevo no puede surgir. Has de morir o separarte. Este árbol incendió a sus familiares. A todos y a cada uno de ellos. A todos y cada uno de ellos (¿es posible reiterar?) A todos y cada uno de ellos sin remordimiento alguno. Evidentemente, cayó. Un tronco en busca de un lugar dónde enterrarse. Historia larga la de aquella verde urgencia. Cambió su nombre; le daba asco su nombre. Su nombre de esclavo. Dominio, le llamó a sus apellidos, a cierta historia sin palabras (ojalá un día hallemos las palabras para ciertas vejaciones). Un otro Dominio surgió (pero no vamos a hablar de él) y ahora, solo, enflaquecido, vuelto rama, se ha enraizado, ha decidido hacer su nombre pa...