SÁÑEZ

  Cuando andaba de novios con el 2do Dominio, una vez, cuando jalaba el cinturón de su carro, vi que debajo de mi asiento había condones tirados y no dije nada. Porque decidí responderme a mí mismo todas las posibles respuestas (reales o ridículas) que me daría, incluyendo que eran míos. De imaginar su furia me contuve y, cierto, contuve mi propia furia y lo dejé pasar. Al día siguiente ya no estaban. Me sentí cómplice de mi propio cuerno. Realizador del alivio que sintió cuando los vio y se regocijó de que yo no me di cuenta. Entonces tuve celos. Cuando ya no lo amaba y lo hacía, yo no sentía más celos. Era envidia. Envidia total, pura, rabiosa. No era él, era yo no haciendo lo propio, un culo más que yo no había cogido por hacerla de la puta esposa vigilada con cámaras. Porque esta es mi casa y te largas. Porque su llegar a las 2am borracho y llamándole para decirle buenas noches y que yo no fingiera dormir ( y que él supiera que fingía, que me humillaba en su cinismo) era un motiv